El
cognomen (plural,
cognomina) de los
romanos especificaba la rama de la familia (
nomen) a la que se pertenecía, o, en algunos casos, era el apodo de un individuo en particular (por ejemplo, "Cicerón", "Nasica", etc); solo lo portaban los hombres, pues las mujeres eran designadas únicamente por el
nomen. Al igual que el
agnomen, solía designar características físicas - muchas veces con sarcasmo- pero a diferencia del nuestro, se heredaba por vía paterna. Por ejemplo: