Las
ciperáceas (
nombre científico Cyperaceae) forman una
familia de plantas
monocotiledóneas parecidas a los
pastos, muchas de ellas polinizadas por viento. Los tallos suelen ser más o menos triangulares en el corte transversal, sin hojas por encima de la base. La flor no posee perianto o lo posee muy reducido a escamas, cerdas o pelos. La
inflorescencia básica es una espiguilla, al igual que la de las
gramíneas, por eso en una época se las creía la familia más emparentada con ellas, aunque ahora se sabe que están más cercanamente emparentadas a los
juncos. Como pasa con los juncos, las ciperáceas pueden ser confundidas con las gramíneas, pero no tienen
lígula, sus
hojas son trísticas, y sus vainas son cerradas. Además, las flores de las gramíneas están encerradas por dos brácteas (la lemma y la pálea) mientras que las de las ciperáceas están encerradas por una sola bráctea. De distribución cosmopolita, se encuentran por todo el mundo pero preferentemente en las regiones templadas. La familia fue reconocida por sistemas de clasificación modernos como el
sistema de clasificación APG III (2009) y el
APWeb (2001 en adelante) donde está ubicado en el orden
Poales de las
monocotiledóneas. A su vez está integrado por aproximadamente 4.500 especies, agrupadas en unos 104
géneros, siendo la tercer familia de monocotiledóneas en número de especies. El género
Carex es especialmente diverso, con unas 2.000 especies, importante en un número amplio de ecosistemas. A pesar de su diversidad la importancia económica es limitada, sobresaliendo
Cyperus papyrus, con el que fabricaban el papiro en el antiguo Egipto.