Jano (en
latín Janus,
Ianus) en la
mitología romana, es el
dios de las puertas, los comienzos y los finales. Por eso le fue consagrado el primer mes del año y se le invocaba públicamente el primer día de
enero, mes que derivó de su nombre (que en
español pasó del latín
Ianuarius a
Janeiro y
Janero y de ahí derivó a
enero). Jano es representado con dos caras, mirando hacia ambos lados de su perfil y no tiene equivalente en la
mitología griega. El
Janículo, colina ubicada en Roma, debe su nombre a este dios.