Gallaecia fue originalmente el nombre con el que los
romanos identificaron al territorio situado en el extremo noroccidental de la
península ibérica habitado por pueblos indoeuropeos de lengua céltica denominados
galaicos, al oeste, y
astures al este. Años después de la culminación de la conquista romana, con la nueva división administrativa de
Diocleciano, estuvo formada por los
conventos Lucensis,
Bracarensis y
Asturicensis. Con el tiempo, en el
siglo IV, la
Gallaecia llegó a incluir el antiguo conventus
Cluniacenesis, abarcando así todo el norte de Hispania. Independientemente de la evolución territorial asociada a dicho nombre, éste acabaría por derivar en
lengua española hasta nombrar la actual
Galicia, a pesar de no corresponderse exactamente al antiguo territorio romano.